Siempre he sentido gran admiración por las historietas, de esas páginas llenas de vida que eran el instrumento de diversión en los 50´s, 60´s, 70´s y 80´s, quién no ha oído hablar de Condorito, La familia Burrón (Callejón del Cuajo número chorrocientos chochenta y chocho – jaja la primera vez que supe su dirección me provocó mucha gracia), Memín Pinguín, Calimánnn, Capulinita y la lista sigue y sigue.
Sin embargo, mi historieta favorita sin duda es Mafalda, una niña no tan típica de clase de media que odia la sopa, reside junto a su familia y su pandilla de amigos en Buenos Aires, Argentina, la cual fue creada por Joaquín Salvador Lavado (mejor conocido como Quino). Lo divertido de Mafalda es que siempre tiene una pregunta que pone a temblar a sus padres, en especial a su papá, cuestionándolo acerca del erotismo y el sexo, sin olvidar la crítica social que hace al mundo manejado por adultos. En si, Mafalda es portavoz de ideas que llegaron a ser revolucionarias, no obstante, sigue siendo entretenimiento de chicos y grandes (para los que gustan de este tipo de humor claro).
Sin embargo, mi historieta favorita sin duda es Mafalda, una niña no tan típica de clase de media que odia la sopa, reside junto a su familia y su pandilla de amigos en Buenos Aires, Argentina, la cual fue creada por Joaquín Salvador Lavado (mejor conocido como Quino). Lo divertido de Mafalda es que siempre tiene una pregunta que pone a temblar a sus padres, en especial a su papá, cuestionándolo acerca del erotismo y el sexo, sin olvidar la crítica social que hace al mundo manejado por adultos. En si, Mafalda es portavoz de ideas que llegaron a ser revolucionarias, no obstante, sigue siendo entretenimiento de chicos y grandes (para los que gustan de este tipo de humor claro).