En
esa tarde, una lágrima de dolor bastó para marchitar el verde jardín que había
cuidado y amado desde hace mucho. Donde hubo rosas, crecieron espinas, donde
existió un cristalino estanque, nacieron dunas que agrietaron la tierra, donde
se veían arboles frutales, se alzaron ramas débiles y secas, y donde fue el
hogar de majestuosas aves, se convirtió en la guarida que albergaba
desconocidas criaturas que atacaban con sus garras sin piedad a la más mínima
muestra de afecto.
Pero así como un día me fue arrebatado lo más preciado, llegó la tranquilidad. El llanto del cielo bastó para dar vida a las semillas de mis amados rosales. Todo se ha ido transformando. Los pastizales han empezado a crecer, incluso, aquellas violentas criaturas que en un principio eran desconocidas, se han transformado en cisnes. Poco a poco, mi jardín empieza a tomar nuevamente forma y color, y esta vez, estoy dispuesto a regarlo y cuidarlo día a día, para que se mantenga vivo y continúe dando frutos por mucho tiempo.
Pero así como un día me fue arrebatado lo más preciado, llegó la tranquilidad. El llanto del cielo bastó para dar vida a las semillas de mis amados rosales. Todo se ha ido transformando. Los pastizales han empezado a crecer, incluso, aquellas violentas criaturas que en un principio eran desconocidas, se han transformado en cisnes. Poco a poco, mi jardín empieza a tomar nuevamente forma y color, y esta vez, estoy dispuesto a regarlo y cuidarlo día a día, para que se mantenga vivo y continúe dando frutos por mucho tiempo.