domingo, 3 de abril de 2011

En la distancia


Después de que decidiste no saber de mí por una temporada, ya no quise continuar refugiándome en mi habitación. Necesitaba, una distracción que me ayudara a olvidar el dolor al que me estaba enfrentando, y pensé, que sería bueno salir a andar y tomar el aire del verano. A pesar de que emocionalmente me encontraba mal, y a pesar del inmenso calor, partí a las seis de la tarde. En la vereda, iba recordando todo lo que ha pasado durante estos meses, en las cosas que he hecho para velar por tu bienestar; ¡y vaya!, nos hemos enfrentado a una difícil situación.

Pero ha sido una situación que creo a ambos nos ha dejado experiencias maravillosas. Jamás en mi vida imaginé que el destino me tuviera preparado este camino lleno de secos y radiantes paisajes. En aquellos momentos, mis reflexiones me hicieron anhelarte; extrañé tu mirada; tus abrazos; tus besos; tus caricias. Son ya diez días sin saber de ti, y sin ti, no soy nada. Para calmar un poco mis ansias de verte, a mi regreso me dispuse pasar por tu casa. Al llegar, decidí esperar y simular que todo era una casualidad, pues no quería faltar a nuestro pacto.

Sin embargo, los minutos pasaron, y cuando estaba decidido a marchar, te vi. Caminabas tan rápido que no supe si ir atrás de ti tratando de alcanzar tus pasos. Además, me pareció que llevabas prisa, tal vez te dirigías a un lugar importante, y yo, no quería ser la razón de tu distracción. Cada vez más te ibas alejando. No pude luchar contra las calles que en ese instante se convirtieron en oscuros y largos pasillos, por eso, me di la vuelta, y sin mirar atrás, permití que continuara el silencio.

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