Ya no sé qué hacer contigo, me has encerrado en esta prisión de pecado, y por más que intento salir, no logro deshacerme de los pesados y oxidados grilletes que me impusiste. Maldita, te aborrezco, es más, te odio, aunque al hacerlo, estaría odiándome a mí mismo, pues has vivido en este desgastado ser desde años atrás, ya corres por mis venas. ¿Qué más quieres? Si me has atormentado día y noche. ¿Qué más buscas? Si te he pagado con creces. ¿Qué es lo que te hará dejarme tranquilo? Si ya tienes todo de mí, incluso, mi vida.
lunes, 19 de diciembre de 2011
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