Si pudiera
retroceder el tiempo, andaría silenciosamente por las manecillas del reloj, procurando
que marchen a la misma velocidad. Querría, como he querido a todos aquellos
amores que conocí, y que viven ahora en lo más profundo de mi corazón. Besaría,
los mismos labios una y otra vez, porque cada persona que se ha cruzado en mi
camino representa una etapa de mi vida. Caería la misma cantidad de veces, porque
todas esas batallas ganadas y perdidas, me han dado la fuerza y el coraje para
no dejarme vencer.
Si pudiera
retroceder el tiempo, aceptaría el camino que me ha tocado vivir a lo largo de
todos estos años. Acariciaría los mismos cuerpos desnudos con los que he estado
en la intimidad de la alcoba y en la clandestinidad de la casualidad. Haría el
amor con la misma pasión de la primera vez. No me reprocharía nada, porque de
cada episodio he tomado todo lo bueno. Me atacaría de risa y lloraría por las mismas
razones, porque detrás de cada sentimiento hay una historia de alegría y de
tristeza que de vez en cuando vale la pena recordar.
Si pudiera
retroceder el tiempo, no quitaría ni puntos ni comas a la historia que he
escrito desde el momento en que vi la luz del mundo. Perseguiría la igual
cantidad sueños y los cumpliría como lo he hecho siempre. Desearía mi esencia y
la naturaleza de mi persona, porque a pesar de todo lo bello y lo amargo de mis
días, quiero seguir sosteniendo el mismo equipaje que se me ha entregado. Sin hurtar
y olvidar nada, me detendría en las estaciones marcadas del tren de mi destino, y gritaría en
el trayecto, que si pudiera retroceder el tiempo, sería, simplemente yo.
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