Me llamó a su casa, y acudí a su encuentro sin pensarlo dos veces. Me dijo que pasara, que se encontraba sola, su esposo había salido de viaje. Tomó mi mano y me dirigió hasta su alcoba. Vaya, ¡Que aroma!, jamás hubiera imaginado un olor que emitiera tanta dulzura y placer. Simplemente me empujó a su cama y me besó. Ella es distinta, sus juegos de seducción llegan a ser peligrosamente fatales. Su boca, la dulce hoguera de sus besos me hace perder la cordura. Me tiene en sus manos y despierta en mi más que deseos carnales.
Uno de sus juegos favoritos es mordisquear mi cuello, tanto, que me ha llegado a lastimar y hacer brotar sangre de él. Su manto de pasiones pecaminosas me cubre completamente, y es muy difícil escapar. No tiene escrúpulos, es malvada y se ha convertido en mi cruel y sanguinaria amante, pero me gusta, me gusta servirle, me produce placer estar a sus pies y besar su insaciable libido. Su cuerpo es mi templo, un templo que ha empezado a ser mi adoración. Amar es algo que no se puede permitir, prohibición que me obliga a vivir en las sombras. Prefiero eso, a tener que perderla.
Uno de sus juegos favoritos es mordisquear mi cuello, tanto, que me ha llegado a lastimar y hacer brotar sangre de él. Su manto de pasiones pecaminosas me cubre completamente, y es muy difícil escapar. No tiene escrúpulos, es malvada y se ha convertido en mi cruel y sanguinaria amante, pero me gusta, me gusta servirle, me produce placer estar a sus pies y besar su insaciable libido. Su cuerpo es mi templo, un templo que ha empezado a ser mi adoración. Amar es algo que no se puede permitir, prohibición que me obliga a vivir en las sombras. Prefiero eso, a tener que perderla.