Tal vez, en otro mundo, en otra vida,
en otros sueños, estés finalmente frente a mí. Y te hago saber esto,
porque me has negado el regalo de tu presencia, sin embargo, sé que estás ahí, en algún hermoso lugar. Te confieso que ya vives en mi
alma, pero necesito que mis ojos te vean entre mis brazos arrullándote,
necesito cantarte por las noches canciones de cuna que he memorizado, también obsequiarte
juguetes que he obtenido pensando en ti, y principalmente, protegerte de todo aquello que te pueda hacer mal.
Sangre de mi corazón, luz de mi
soledad, bondad de la parte más oscura de mi ser, te he esperado, buscado también,
pero no dejas que te encuentre, ven, te necesito. A veces pienso que Dios no quiere dejarte ir del cielo, debes ser uno
de sus ángeles más bellos, ¿por cuál otra razón no te permitiría bajar a mi lado? Pero Él ya ha
visto, sabe que te anhelo con todas las fuerzas de mi fe, y por eso, confiaré, continuaré
aguardando, porque llegarás en el momento menos pensado, y entonces, solo
entonces, estaré completo.
Desde ya, tu papá que te ha empezado
a amar.
Alberto.
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