Y entonces entendí
que a veces el amor puede volcarse contra ti, probablemente para demostrarme
que también puede ser muy cruel. Y es que en esta etapa de mi vida, me he dado
cuenta que he conocido muchas formas de querer: amé en silencio, amé a
escondidas, amé en la distancia, amé libremente, amé engañado, amé en plenitud.
Si, vaya que han sido distintas maneras en las que he entregado mi cariño, pero
en cada en cada aventura, en cada fuego ardiente y en cada restos de cenizas, mi
alma fue dichosamente feliz, y palpitó al compás de suspiros dados al viento
sin importarme si eran o no escuchados.
Todas esas
historias ahora viven resguardadas en lo más profundo de mí ser, y de cada persona,
de cada mano estrechada, he aprendido, para bien, para mal. Y no, no me
arrepiento de nada, porque mi pasado ha sido determinante para descubrir lo que
hoy en día soy, y si tuviera la oportunidad de cambiar algo, no borraría ni
comas ni puntos, porque a pesar de todo, se me ha regalado un presente hermoso.
Un presente que indudablemente le ha costado daños a mi corazón, pero que he sabido
aliviar con el desahogo de esas palabras que viven en mis textos, y que me
recuerdan, precavidamente, no cometer los mismos errores.
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