Desde aquella noche en que la hice mía un perverso insomnio se ha apoderado de mí. No logro conciliar el sueño, es una pelea inútil en la que siempre soy el perdedor. Es tanta mi desesperación que he llegado a tener miedo de que llegue la oscuridad a mi ventana. Mi mente no me permite siquiera entrecerrar los ojos, si lo hago, escalofríos espantosos recorren mi cuerpo. Así pasan las horas nocturnas, y yo, en vela. Una crisis de terror se sienta a las orillas de mi cama. No puedo dormir. No puedo descansar.
Se hace presente. La veo. La siento. Puedo acariciar su piel desnuda. Oler su fatal aroma. Sus ojos negros y redondos son. Maldita tentación que me cegó completamente. Probé de sus mieles y me encarceló en su prisión de lujuria y pecado. Todo eso me quema y hace que pierda la razón. Impuro deseo. No, no puedo. Mi culpa no es. Ella me embrujó. Fue ella quien la llama encendió. Estoy viviendo en un cáliz de arrepentimiento. Ten piedad de mí. Es más fuerte el demonio que el mortal.
Se hace presente. La veo. La siento. Puedo acariciar su piel desnuda. Oler su fatal aroma. Sus ojos negros y redondos son. Maldita tentación que me cegó completamente. Probé de sus mieles y me encarceló en su prisión de lujuria y pecado. Todo eso me quema y hace que pierda la razón. Impuro deseo. No, no puedo. Mi culpa no es. Ella me embrujó. Fue ella quien la llama encendió. Estoy viviendo en un cáliz de arrepentimiento. Ten piedad de mí. Es más fuerte el demonio que el mortal.
1 comentario:
Muy bueno, tan apasionante, pero un 4/5 por las charlas invertidas, no es el siglo 18, aunque tengas tu estilo, es más natural y suelto escribir al igual que como se habla, no creo que hables como escribes.
Never the less... me encanta tu aplicación de los recursos literarios.
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