Pensé que ya te habías marchado, pues me diste motivos para que en mi rostro se dibujara una sonrisa. Sin embargo hoy me doy cuenta que jamás me has abandonado, y parece que nunca lo harás. Has estado presente en cada sueño, en cada respirar. ¿Qué te puedo decir?, mi fiel y dulce compañera, la que en las sombras me protege con su frio abrazo y silenciosamente me dice: “Estoy aquí”.
Te conozco desde hace mucho, me enamoraste, me hiciste tocarte y refugiarme en ti. Traté de huirte, pero tus ardientes caricias sobrepasan la poca fuerza que me queda. Traté de negarte, pero tu triste melodía me hipnotiza. ¡Oh preciosa!, ¡Mi amada!, aquella que es temida y odiada, aquella que es repudiada y golpeada con mentiras absurdas, aquella que descansa en un sueño profundo y vive en el corazón de la gente, aquella…, aquella…, aquella a la que todos llaman… SOLEDAD.
Te conozco desde hace mucho, me enamoraste, me hiciste tocarte y refugiarme en ti. Traté de huirte, pero tus ardientes caricias sobrepasan la poca fuerza que me queda. Traté de negarte, pero tu triste melodía me hipnotiza. ¡Oh preciosa!, ¡Mi amada!, aquella que es temida y odiada, aquella que es repudiada y golpeada con mentiras absurdas, aquella que descansa en un sueño profundo y vive en el corazón de la gente, aquella…, aquella…, aquella a la que todos llaman… SOLEDAD.
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