miércoles, 28 de julio de 2010

Vieja cortesana


Fuiste el deseo de hombres poderosos que caían rendidos ante tus encantos. Mover tus sensuales caderas de izquierda a derecha era suficiente para que los asistentes de aquél burdel te desnudaran con una simple mirada. La rivalidad con las demás prostitutas siempre existió, los clientes te preferían, y la casamentera lo sabía, poseías talento. Siempre obtuviste los mejores obsequios; joyas, abrigos y rosales. En esos días la belleza te acompañaba, qué más anhelar si con un simple chasquido de dedos podías obtener cualquier capricho. ¿Amor?, el único que te demostró un amor puro y sincero lo despreciaste de la manera más ruin, te reíste en la cara del ser que te llegó amar verdaderamente, simplemente por el hecho de ser pobre.

El tiempo siguió su marcha, continuaste disfrutando de los placeres que tu cuerpo te ayudaba a conquistar. Sin embargo, muy dentro de ti, necesitabas el cariño de unos brazos que no sólo te utilizara para derramar sus instintos. Al acostarte con tus clientes siempre esperaste recibir un “Te amo”, pero lo único que obtenías era dinero dejado en las sábanas que cubrían tu cuerpo desnudo. Una noche, por vez primera tu amante predilecto te había rechazado por otra recién llegada, una joven pelirroja de radiante hermosura. ¿Cómo era posible?, lo único que te dijo fue: “Te estas haciendo vieja”. Los asiduos a ese lugar notaron la presencia de aquella criatura de cabellos de fuego, y con los días, llegaste a convertirte en una más.

Los años hicieron lo suyo, la cordura había llegado muy tarde a tu pensamiento. Fue entonces que te diste cuenta de lo que realmente valías. Después de haber vivido una vida de lujos y comodidades, hoy tienes que vagar en las frías calles de la noche en busca de refugio, recordando férvidamente al único que te amó. Ya no posees aquella deslumbrante figura que era objeto de deseo para muchos, tu larga y sedosa cabellera se encuentra repleta de canas, tu paso es lento, tu mirada es triste y tu rostro ha sido marcado con arrugas que son reflejo de lo que has vivido. El reloj de arena que alguna vez estuvo a tu favor y te hizo fantasear en un quimérico mundo, hoy, te ha desconocido, se ha olvidado de ti, y no te queda más que esperar, esperar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lejos del alambicar tedioso tienes una narración amena, lo que por sí mismo representa un mérito.

Ya aparte, el relato es triste, como debe ser todo lo escrito... porque lo que no es triste -comulgarán todos- no vale la pena de ser leído^^.

Salud