sábado, 21 de abril de 2012

Historias de una vida [Parte I]


Claudia, contoneó sus redondas y protuberantes nalgas, como queriendo dar de comer al hambriento caníbal que espera con ansias ser alimentado. Se recostó boca abajo en la cama de aquél motel barato, y mi rostro poco a poco se fue acercando a lo que sin recelo me ofrecía. Vaya, eran hermosas, las admiré boquiabierto por largo rato, hasta que mi tentación por besarlas y acariciarlas no se hizo esperar. La piel que las cubría era blanca y aterciopelada, y su aroma, ¡Dios, su aroma!, no lo he encontrado en ningún otra fragancia creada por las manos de los hombres. ¿Cómo era posible tanta perfección?

Besé, mordí y cubrí con saliva cada centímetro de su bien torneado culo. Después, lo abrí con mis manos y observé un pequeño y estrecho orificio que punzaba desesperado, como esperando una pinchadura que calmara sus ansias de ser tomado. Lo besé por el centro, y sentí como Claudia temblaba cada vez que mi mojada lengua se introducía más y más en su ano. Yo estaba como poseído, jamás había hecho algo así, pero me gustaba, me gustaba hacerlo, y a Claudia, sus gemidos decían que a ella le gustaba mucho más. Al sentir mi lengua acalambrarse, subí de tal manera que mi pene quedara resguardado entre sus glúteos.

Cuando Claudia sintió el líquido previo a mi eyaculación, me detuvo, lo tomó con sus dedos y lo utilizó como lubricante. Acerqué la punta de mi pene a su ano, y lo fui introduciendo lentamente, pude apreciar como aquella apretada guarida se iba abriendo poco a poco. Yo sentía un enorme placer, era como si en cada arremetida una fuerza oprimiera toda mi verga, todo aquello era desconocido para mí, y me gustaba, vaya que si. Alcanzamos juntos el clímax, hasta que bañe sus blanquecinas nalgas con mi semen. Claudia, con una irónica sonrisa simplemente me dijo: ¿te gusto?, y yo, aun dentro de su culo, contesté: ¿tu que crees?

martes, 10 de abril de 2012

Mírame, por favor mírame


Nuevamente estoy aquí, solo. Sin ánimos de nada, sin alegrías. Llorando amargamente tus hirientes actitudes. A veces pienso que mi debilidad me ha convertido en lo que soy, y me pregunto: ¿mi vida sería diferente si yo fuera otra clase de persona?, ¿tú serías diferente conmigo si no hubiera permitido lo que he permitido?

No entiendo por qué teniéndote me siento así, ¿será tu descuido?, ¿será tu desencanto?, ¿será que ya has perdido toda importancia hacia mí? No sé qué más darte, no sé qué más debo mostrarte. Poco a poco voy observando mi derrota, voy decayendo, y dolorosamente, no veo tus brazos extendidos para demostrarme que sigues aquí.

martes, 3 de abril de 2012

La nota


Quiero tomarte despacio, sin prisas ni temores. Deja todas tus preocupaciones a un lado, olvida el mundo, olvida el tiempo, solo entrégate a mí y suspirando dime que eres mía. No pienses, no hables, no mires, simplemente, dame el regalo de tu piel.

Quiero tomarte despacio, con besos y caricias, con amor y desamor. No, calla, no digas nada. Cierra tus ojos, bésame, recíbeme con fervor y deseo, como solo tú lo sabes hacer. Ahógame en ti, hazme presa de ti.

Quiero tomarte despacio, espérame esta noche.
Alberto.

domingo, 1 de abril de 2012

Haz lo que quieras hacer conmigo


Cuantas veces lo hemos hecho, y aun así, me pides pruebas de amor. No sé que otra prueba de amor quieres que demuestre, ¿acaso querrás ver como escurre la sangre de mis venas mutiladas? Por amor, te he aceptado todo, y he callado por complacerte, pero a veces me pregunto si en realidad valoras todo lo que he luchado por ti. Si tu respuesta fuera positiva, espero que haya nacido del alma, y no de la garganta como dices que son las mías.

No puedo culparte a ti de mis males, la culpa es mía por ser tan débil, por no tener la voluntad necesaria de decir no. Solo te puedo decir que no tengo el valor, y que es muy tarde para desapartarme de tu corazón, pase lo que pase, yo estaré contigo, como el sol al día y el preso a la cadena. Lo quieras, o no.