martes, 9 de febrero de 2016

A ti que me amaste


Una parte de mi amor quedó allá, entre las cuatro paredes del hotel que fue el nido de nuestras visitas nocturnas. Quedó, entre nuestros besos, en las caricias a mi cuerpo. Vive, en el rocío de los amaneceres y aún respira en los valles de los campos que se cubrían de colores galantes con nuestra presencia. Existe, en la azotea de tu casa iluminada por la luz de la luna. Habita, en el tráfico de la ciudad; en sus calles, en sus aceras, en los parques, en el subterráneo…

Si, una parte de mi amor, de mi espíritu, todavía aguarda en el balcón donde esperaba tu llegada al anochecer. Duerme, en la intimidad de lo que una vez fue mi habitación, entre las sabanas que cubrían mi cama, en la ducha, en la sala. Mis ojos, continúan buscándote. Mi piel, aún dormita serena esperando el aliento de tu boca sobre ella. Y mi corazón, que fue amado por rostros desconocidos, sigue latiendo para hacerme recordar que lo más importante que aprenderé en la vida es: A AMAR.

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