domingo, 27 de junio de 2010

Disfrutando la soledad


Nuevamente me encuentro solo, sin compañía alguna y sin alguien con quien conversar. Pero asombrosamente no me siento triste, de hecho, hasta cierto punto me siento bien, creo que poco a poco he ido aprendiendo a disfrutar de mi propia soledad. Después de que el semestre terminó y me gané ciertas enemistades, me da gusto poder disfrutar las vacaciones que apenas inician y tener la oportunidad de refugiarme en mi habitación, aunque sombría y solitaria, siempre la he considerado mi refugio en donde puedo externar todo aquello que me molesta, me hace sentir mal y me incomoda.

Lo que me gusta de mi casa es que puedo subir a la azotea del segundo piso y observar como el viento –típico de estas fechas– mueve la gran cantidad de arboles que se ven desde arriba, especialmente el atardecer, la vista es magnifica desde ahí, me relaja admirar la huida del sol a la noche. Como me gustaría dormir arriba, alguno de estos días lo haré, ¿pero que pasaría si la “lechuza” vuelve a pararse en aquel tétrico árbol seco?, ¿será verdad que cuando el ave canta el indio muere?, vaya criatura, realmente es imponente, sale de noche, todos le temen y posee un par de ojos realmente penetrantes.

La verdad es que lloro como un niño pequeño, me siento como perro hambriento deambulando por las calles. Sin embargo doy gracias a Dios por permitirme la vida, trataré de ser feliz, sólo que me llevará algo de tiempo, ¿aún así sigo siendo tu hijo no?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me identifico de alguna manera; y coincido, el cielo y viento de lluvia son toda una experiencia. Me recuerda a las confesiones de Papini.

A propósito, creo que seguiré de forma pública: luce más que seguir de forma privada, jaja.

Anónimo dijo...

Yo que por encima lo leo por problemas de vista y sin fijarme en los detalles, tambien me comparezco sentiendome un tanto de malestar físico y psicológico. Quiero compartir mi pena al cual entiendo tu postura