domingo, 23 de enero de 2011

Ella me enseñó


Contigo, el sexo siempre fue una entrega total, sin prejuicios ni preguntas, sin rechazos ni condenas. A tu lado, el placer que me dabas era intenso. Me sentía vivo, enérgico, amado. Bastaba con un simple beso de tus labios para que lograras encender mis pasiones más oscuras. Conocías mis debilidades, mis pretensiones, mis ganas de poseerte y, por supuesto, mi amor por tus palabras sucias que endulzaban mi oído y que me envenenaban con deseos de lujuria. Tú, me diste a morder de tus manos la manzana del huerto, una manzana que disfruté a mi antojo.

Pero te he de confesar, que desde tu partida ya nada ha sido igual. Ya no ha renacido lo que tan perfectamente me hacías sentir. Ese fruto prohibido que me dabas a placer no lo he vuelto a encontrar. He intentado engañar mi apetito con caricias falsas y ojos que me juzgan. Todo ha sido en vano. Tú eras especial, eras única, una entre tantas. No he podido olvidarte. La realidad me dice que jamás conoceré a otra mujer que sepa hacer lo que con amor me enseñaste. La vida, me ha orillado a un juicio que lleva por nombre "CORRECTO Y PECADO".

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