
– ¡¿Qué sucede?! ¡¿Quién eres?!
– Soy, lo que soy – Dijo con una voz tan suave e hipnotizante al oído humano
– ¿Qué es lo que quieres aquí? – Respondí
– Te he estado observando, conozco tus miedos, sé perfectamente tus debilidades y lo que te puede hundir.
- ¿Cómo era posible que aquella criatura o aparición supiera de mí?, ¿Quizá la había negado desde siempre?, ¿O tal vez no quería reconocer que ha estado conmigo, y que en esos momentos de amargura siempre me abrazaba, aunque yo no la sentía?
- No te molestes en ocultar lo que piensas, puedo oír tus pensamientos – Me dijo
- Yo aún no daba cabida a lo que sucedía, pero su presencia me regocijaba, me gustaba sentir su frio cuerpo junto a mí, y decidí dejarla recostarse, fue en ese momento cuando la vi frente a frente: sus ojos eran realmente penetrantes y de un negro intenso, sus rasgos delicados de su rostro parecían a los de una rosa, pero era una mascara que ocultaba la maldad y la crueldad que yacía en ella, sus suaves y delicados senos eran perfectos, te invitaban a la lujuria, pero el precio a pagar no se pagaría en esta vida, sino en aquella donde el cuerpo vuelve al polvo de donde pertenece.
- Cierra los ojos, y déjate llevar, yo estaré aquí, jamás nos separaremos, simplemente porque gozo estar a tu lado - Me susurró
- Pasó su mano sobre mi rostro y perdí la noción del tiempo.
Aquella noche, aquella noche lluviosa de junio, la soledad durmió a mí lado y, desde entonces, su presencia sigue aquí.
Aquella noche, aquella noche lluviosa de junio, la soledad durmió a mí lado y, desde entonces, su presencia sigue aquí.
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